jueves, 13 de enero de 2011

Y de verdad, ¿hay quien se aburre?

Enjoy SunDay!


Vivo con la constante sensación de que quiero hacer muchas más cosas de las que puedo hacer, básicamente porque las que tengo que hacer no me dejan mucho tiempo… Pero… ¿cual quito?
Tengo la mala costumbre de trabajar más horas de las que debo (¡al menos para lo que me pagan!), vale, vale, me estoy quitando. Estoy en ello. Pero seamos sinceros… ¡me gusta mi trabajo! Y eso es un lujo. Claro que la mitad de días me los paso maldiciendo. La ciencia es caprichosa, vanidosa, Murphiana y traicionera. Pero me gusta. Así que la otra mitad de los días me lío… y se me va el santo al cielo.
Paso unas 16h semanales conduciendo de casa al trabajo y del trabajo a casa. Sí, 16h. Sería un día entero si descontáramos las 8h que dormirías. Podría mudarme… ¡pero me encanta mi pueblo! Esta lejos. En el pueblo hace un frío del carajo, la mitad de días se envuelve en su bufanda de niebla y ya veremos si se digna a salir al Sol y un día al año nos quedamos incomunicados por la nieve (¡se me parte el alma!). No hay cine, claro. Ni siquiera un supermercado decente. Pero la gente es amable y educada, ¡si se saludan! En las ciudades, si un hombre sonríe a un niño, al padre se le tensan todos los músculos dispuesto a saltar sobre el “pederasta” como se le ocurra acercarse un poco más. Y cualquier adulto que sonría a las personas que lo rodean… bueno, tiene números de ganarse una visita al frenopático. Mi pueblo es tranquilo, huele a madera, hierba y leña quemada. Huele a bosque y aire limpio. Huele a sitio donde vale la pena vivir. Y están los caballos. Y las cabritas. ¡Y las ovejitas! Verlas trastabillar en primavera, con su exceso de lana a cuestas y rodeadas de sus corderitos, desde la ventana del despacho… no… me quedo. Que se mude otro. Así que a menos que un cataclismo geológico se trague un buen cacho del Vellés Occidental… seguiré conduciendo 16h semanales una temporada más.
Y claro, hay que comer. Porque tenemos la dichosa costumbre de comer ¡tres malditas veces cada día! Bueno, a veces son 4, si hay merienda… Yo soy de las personas a las que si les dijeran que hay un puré/paté/suflé o potaje de lo que sea, que realmente lo lleva todo, pero todo, todo, sano y equilibrado… comería de eso casi cada día. Tengo amigas a las que les gusta cocinar. No es mi caso. Pero cocino. Porque sé lo importante que es alimentarse bien. Así que no solo cocino, sino que intento cocinar sano, equilibrado, fresco, ecológico… y que esté rico. Y fracaso estrepitosamente. Pero no, no estoy dispuesta a comer de congelados y preparados made-in-vaya-a-saber-usted-donde. Así que no recortaré por aquí.
Y aquí, en la comida, empieza la línea del quiero y el puedo. Porque no me gusta la cocina, no. No me gusta llenar el plato cada día. Pero hombre… la cocina tiene sus momentos. Y curiosamente a mi me gusta hacer postres… lo más curioso aun es que, en general, como no me gusta el dulce, no me gusta comérmelos… me gusta hacerlos. Magdalenas, galletas, bizcochos, brownies, creps… y quiero probar esta, y aquella otra… Y claro, hoy en día, ¿Quién no tiene un blog? Pues ahí yo, toda decida y harta de pasar a unos y a otros al receta de las magdalenas, en un momento de iluminación y de “uix, ¡si esto es un momentito!” empecé un blog de cocina. En un primer momento con una sola receta… pero claro… siempre quiero añadir alguna más (¡Mierda! ¡que tengo que añadir la de las galletas de mantequilla!). Y hombre, si pones una receta, habrá que poner una foto… y ahí entramos en el segundo gran quiero.
En lo de la fotografía me enmerdó mi marido. Pero claro, uno se va picando, te entra el gusanillo, le coges el gustito… y quiero hacer más fotos, quiero leer más libros de fotografía, quiero practicar más, quiero dedicar más rato a cada foto…
Bien, ahí está la merluza a la jardinera, las magdalenas de canela a la cobertura de chocolate al cardamomo, la foto de mis ahijados con el Bambi de turno… y la receta por subir la blog. Y la manta del bebé de mi amiga a medio tricotar, porque claro, una lo intenta, y el libro a medio leer, porque total, dormir está sobrevalorado, habiendo tanto por leer… y quiero ir a ver a mis ahijados y a jugar con ellos, y tener un rato para charlar con sus padres, nuestros Amigos y encontrar un rato para cenar con otra amiga, que está depre, y la otra amiga, que la han despedido, y he quedado para cenar… el mismo día? no, espera, era otro… dónde está la agenda… y el jueves no llegues tardé a Inglés, que lo necesitas para el curro, y a ver que día quedo con mi hermanito y la cuñada, que los echo de menos… y si como en 5 minutos delante del ordenador tendré el ratito de escribir un post en el blog, por primera vez en 3 meses…
Y mi pregunta es: ¿De verdad hay gente en este mundo que se aburre? ¡¿Cómo?!