Para los pocos despistados que
habéis llegado aquí sin conocerme (¡Hola!) os diré que hace poco que he sido
madre. Será por la baja, por lo de tener ratos cortos, o yo que sé por qué,
pero hace ya días que tenía ganas de desalojar a Ella la Araña del blog e intentar coger la costumbre de escribir.
Creo que ahora Ella se ha refugiado
en el post de la Ciencia Española, pero total, como no lo lee nadie, no
pasará nada...
He intentado evitarlo, lo juro, no
quería que este blog se convirtiera en un “diario de una mamá” pero la verdad
es que mi vida ahora mismo es muy monotemática... ya lo siento. Así que, con
vuestro permiso, inauguro esta nueva etapa con un tema maternal a más no poder:
el dichoso “pañuelo de lactancia”.
¿No sabéis lo que es un pañuelo de
lactancia? Hasta hace poco yo tampoco. En general es una especie de foulard o
pañuelo grande, fino y suave con el que envolverse y envolver al niño mientras
este mama. Seguro que habéis visto a muchas mujeres grácilmente envueltas ellos
mientras dan el pecho en lugares públicos, creando un “nidito” para el niño en
el que se encuentra a gusto y protegido de los estímulos exteriores que lo
distraen de su cometido. Además, ayuda a que la operación sea algo más
discreta.
Pues yo no soy una de esas madres.
Mis intentos de dar el pecho en lugares públicos elegantemente envuelta en mi
pañuelo consisten en:
1. Me lío con el pañuelo, el niño llora
como un verraco porque tiene hambre y mamá está haciendo el tonto con un
pañuelito.
2. Me dejo de hacer el idiota, saco la
teta y enchufo al niño.
3. Vuelvo a intentar ponerme el pañuelo
mientras la criatura mama...
4. ¡Coño! ¡Que se me asfixia el niño!
5. El niño se está poniendo como una
moto porque mamá no para de hacer el chorra con el pañuelito de marras.
6. Mierda... el pañuelo al suelo.
Cariño, ¿me lo recoges?
7. ¡Hey! Parece que casi lo tengo...
Ah, calla, que ya ha terminado.
8. Intento volver a vestirme siendo
discreta...
A estas alturas
el niño está hecho una col con el pañuelo yo ando con la teta al aire y esa
amable vocecilla de mi cabeza me dice: ¡TARADA! ¿No sabes ponerte ni un
pañuelito?
En fin.
Nadie dijo que ser madre fuera fácil.