Hoy vamos a hablar de tetas.
Bueno, no exactamente, más bien de lactancia. Uy, ¡menuda desbandada! Bueno,
ahora que nos hemos quedado tú y yo solas, vamos a hablar de tetas...
Acerca del tema de la
maternidad hay muchas cosas que no entiendo. A ver si poco a poco las podemos
ir comentando. Pero los sentimientos vinculados a la lactancia es quizá una de
las que más me ha llamado la atención. Por muchos aspectos.
El primero, es que si en
lugar de lactancia materna fuera lactancia paterna y fueran los hombres los que
amamantasen existiría una especialidad médica dedicada al tema, un lactólogo o
mamólogo atendería, asesoraría y trataría de solucionar los problemas que
fueran surgiendo a nuestros papas lactantes... pero amamantamos las mujeres. Y
a veces parecemos idiotas. Así que la abuela, la vecina, el suegro y cualquiera
se erige en experto y te dice como debes hacerlo y como no. Y en algunos casos,
surgen los problemas y en lugar de solucionarse... se agudizan. De los comités
de expertos ya hablaremos otro día.
Ésta ha sido mi experiencia.
Primero fueron las grietas, que por suerte se solucionaron bastante rápido,
pero luego quedaron dolores persistentes que llegaron a hacer bastante
desagradable algo que no debería serlo. Pasas por la ginecóloga, que a menos
que sea una mastitis, ni idea, a ella le importas de cintura para abajo... La comadrona hace lo que puede, pero tampoco
es lo suyo... y preguntas al pediatra, que te dice que el niño está bien y que
gana peso con normalidad... así que considera que no hay un problema. ¡Y aún
tiene la desfachatez de decir que las mujeres de ahora somos unas blandas! Claro,
como él es muy duro y, como nuestros abuelos, va a que le quiten las muelas un
barbero, sin anestesia ni nada... a no, espera, que va al dentista y se deja
pinchar... uix... ¡qué blandito! Y al fin te has quedado sin profesionales
médicos a los que les importe o sepan de qué va la cosa.
Te quedan las doulas, las
asociaciones prolactancia... que en algunos casos son una solución, pero no
siempre, porque ni que sea, no pueden, o no deben, recetar un antibiótico. Así
que te recomiendan que tomes yogurt, que te pongas al niño así o asá, que
respires hondo, que hagas yoga... y el problema persiste.
Y queda flotando en el aire
ese sentimiento de “es por el bien de tu hijo, aprieta los dientes y
sacrifícate”. ¡Manda huevos! Esa vocación de mártir, ese sentimiento tan
arraigado de que una buena madre es la que sufre... es de esas cosas que no, no
las entiendo.
Ya antes de quedarme
embarazada, a través de la experiencia de una amiga, descubrí, para mi
sorpresa, que existe una población de auténticas talibanas de la lactancia
materna, sectarias fanáticas que defienden el pecho materno cual bandera
irracional de algo mucho más complejo y profundo.
No me entendáis mal, soy una firme defensora de la lactancia
materna, cuando se puede y se quiere.
Por eso me indigna ver a mi alrededor varias madres que, queriendo dar el
pecho, no han podido por un mal asesoramiento o por la falta total del mismo.
Por dolores que no se curan correctamente.
Os voy a poner un ejemplo:
Las malditas grietas. Unos dicen que son normales, otros que es por mala
posición y agarre del niño... no lo sé y no voy a entrar en el tema. Recién
parida, en el hospital, a cada rato entraba una de las chicas e la nurserie a
ver si el niño se cogía y compartir conmigo su honda sabiduría sobre lactancia.
Lo primero que me llamó la atención es que no había dos que me dijeran lo mismo.
Que me pusiera al niño 10 minutos en cada teta, que 15 en una y 5 en la otra,
hasta 30 minutos por teta me dijo una! Que lo pusiera así, ¡que así no! (pero es que la otra me ha dicho que...).
Así que al segundo día decidí hacer lo que a mí me pareciera mejor. El niño
mamaba cada 3 horas, así que si sólo lo ponía en un pecho la otra descansaba
6h... y las grietas empezaron a cicatrizar y mejorar (el purelan ayuda).
Escandalizada porque no le ofrecía el segundo pecho una de las chicas de la
nurserie intentó convencerme... y le pregunté qué coño hacia una mujer con
gemelos. ¿Los cambia de teta? No. Maman de un solo pecho. No digo que no las
escuchara, yo las escuché a todas, pero luego actué según mi propio criterio.
En el curso de posparto hay una chica a la que le dijeron que tenía que ponerse
al niño 30 minutos por teta, en cada teta, en cada toma. Después de dos meses
de calvario con las grietas que no se curaron (¿cómo iba a cicatrizar un tejido
en constante humedad y fricción?) su hijo toma biberón. Y no pasa nada, ojo,
pero es que ella sí quería dar el pecho... Pero claro, los comités de expertos
metieron la pata. A base de bien. A lo mejor es que no apretó suficiente los
dientes...
Creo que el problema radica
en que se convierte en algo completamente emotivo algo que ha de ser práctico y
racional. Hay que alimentar al niño,
nutrirlo correctamente y con cariño. Y a veces parece que ese objetivo se
pierda de vista emborronado por un afán de superación personal en que la madre
ha tomado un papel de heroína sacrificada que no beneficia al niño, ni por
asomo. Los niños son empáticos, les va la vida en ello, la selección natural ha
favorecido que sean capaces de comprender un mínimo lo que pasa en su mundo, y
su mundo es mamá. Si mamá está sufriendo, el niño sufre. Punto. En un extremo
de estos casos he podido ver con mis propios ojos como una madre malnutría a su
hijo hasta el extremo de provocarle un severo retraso de crecimiento. No era
una mala madre, ni una mala persona, lo hizo creyendo hacer lo mejor para su
hijo. La lactancia materna era lo mejor para él. Y se lo creyó.
En este sentido, una de las
primeras afirmaciones en cualquiera de estos trípticos o webs informativas
sobre lactancia materna es “toda mujer está preparada para amamantar a su
hijo”, suelen añadir, de manera más o menos velada, que la que no amamanta es
porque no lo intenta con suficiente ahínco (ponen escusas para que no suene tan
mal, tipo “la madre, mal aconsejada abandona la lactancia...”). Lo siento, a mi
esta afirmación me pone los pelos de punta. Es una opinión personal, yo soy bióloga, tengo tendencia a ver las
cosas desde un punto de vista muy “biológico”, y a mí esta afirmación, no me
cuadra. Vendría a ser como decir que toda persona está preparada para ver. Los
ciegos de este mundo lo son porque no se han esforzado lo suficiente en ver.
Que lastimica, lo que se pierden por falta de fe. Será que de pequeños los
aconsejaron mal.
A ver, recapitulemos. La
lactancia es un mecanismo complejo, regulado por un sistema hormonal y mecánico
francamente sofisticado. Y todo sistema sofisticado puede fallar en muchos
sitios. Y la selección natural es una realidad. Antiguamente, antes de la era
de las leches de substitución, la mayoría de los niños a los que no se podía
amamantar morían, era selección natural pura y dura. No puedes amamantar a tus
hijos, tus genes no pasarán a la siguiente generación. Se siente. Y que ya en
esos tiempos la cosa a veces fallaba lo deja claro la colección de biberones de
terracota de la edad del bronce que se pueden ver en diversos museos del mundo,
el de la antigua Cartago, en Túnez, por ejemplo. Vamos, que intentarlo, lo
intentaban. Y estoy segura de que cualquier mujer ponía todo su empeño en
amamantar sabiendo que las alternativas eran muy escasas. Personalmente, aunque
como bióloga creo que la selección natural es muy útil y necesaria, como madre
prefiero evitármela y hacer un poco de trampa. O mucha trampa, que caray, ¡que
es mi hijo! Pero vosotras mismas.
Y es que estamos de nuevo
convirtiendo en visceral lo que ha de ser racional. Ya no vivimos en cuevas,
tenemos a nuestra disposición leches artificiales muy resultonas, sacaleches...
mil opciones. Lo que no tenemos es la cabeza fría. Recién paridas no la tenemos
ninguna. Andamos todas un poco desquiciadas con las hormonas, pero eso se pasa,
y las personas que nos rodean deberían mantener la cabeza en su sitio. ¿Recodamos el objetivo? Un niño bien alimentado con una madre feliz. Y
ya puestos también un padre, abuelos... Y sí, para mí, ambas cosas son
importantes. El sistema inmunitario responde fuertemente al estado de ánimo. Un
niño deprimido y estresado es un niño inmunodeprimido, por mucha leche materna
que tome. Dicho de paso si la madre tiene una depresión también se
inmunodeprime y pocas defensas le va a pasar a su retoño. Pero en fin.
Tanto a la que quería dar el
pecho y no ha podido, como la que no ha querido, la que sí quería y sí ha
podido, la que complementa, la que se saca leche y se la da en un biberón, en
un vaso, con cuchara... o haciendo el pinopuente: ¿tu hijo está bien? ¡Pues
bravo por ti! Porque es curioso, pero
todas van a oír comentarios al respecto. Y no positivos.
A las abuelas les hicieron
tal lavado de coco en los 70 con los biberones que no hay una que no se
sorprenda de que mi hijo, que está bien gordito, sólo toma le pecho. ¿Pero cómo, no le suplementas? Pues
no, señora, solo pecho come el niño y bien hermoso que está. Así que todas las
que sólo dan pecho y sus hijos lucen un poco menos (¡pero están sanos como
manzanas!), todas y cada una de ellas, van a oír en algún momento que den
formula. Un momento, si es que porque una semana en lugar de engordar 150gr
engordó 130gr ¡a mí también me lo dijeron! Y no fue una abuela, ¡fue la
enfermera de pediatría! Luego resultó que se había confundido de tabla... el
engorde era normal... (no, no le di el suplemento, por lo de escuchar y
filtrar...) y a la siguiente semana engordó 200gr. ¿Debería haberlo puesto a
dieta para ajustarme a sus dichosos 150gr?
Luego están las que dan el
pecho más allá de lo socialmente establecido. Que no acabo de saber muy bien
cuando es eso. Pero cualquier mujer que dé el pecho a un niño mayor de 1 año fijo que ha oído mil veces ¿aún le das
el pecho? En un tono bieeen reprobatorio. Personalmente, no soy partidaria de
que un niño de 18 meses ande todo el día pegado a la teta de mamá, pero oye,
quien soy yo para opinar. Lo curioso es
que esta también oirá que su leche es agua. Esa es una afirmación muy extendida
que también me parece curiosa. ¿Alguien se ha parado a pensarlo un momentito? ¿Creéis
que en las cavernas, sin un buen triturador ni papillas de 7 cereales, los
niños se zampaban un entrecot de mamut porque la leche de mamá era agua? Yo no
lo creo, creo que la leche de mamá lo alimentaba, y bien, y que el niño
mordisquearía el mamut por eso de ir aprendiendo y por lo de las deficiencias
de hierro. Pero fijo que el mamut y el tubérculo de turno no eran la base de su
alimentación hasta que tenía una buena boca bien llena de dientes. ¿Que no
vivimos en cavernas? Las papillas y los triturados son un invento con menos de
100 años. Muchos de nuestros abuelos no las probaron. Así que no, agua no es.
Lo bueno es que cuando a los 4 meses mi cacahuete hizo un pico de crecimiento,
tuve que oírlo más de una vez... es que
tu leche no le basta, has de empezar ya con las papillas... Pero es que de
expertos va el mundo lleno. Por cierto, le bastaba, en 10 días ganó más peso
que en el último mes, y ya ha vuelto a la normalidad, con sus tomas habituales.
Pero el verdadero acoso y
derribo se lo llevan las del biberón. Esas madres desnaturalizadas, esos
monstruos del averno que negaron a sus hijos el sustento primordial... esas, ¡a
la hoguera con ellas! ¿Exagerado? Hablad con cualquier madre que haya dado el
biberón y os contará algunas. El primer síntoma de este acoso es que las “madres de biberón” sienten la imperiosa
necesidad de justificarse. Uno de los
motivos de empezar hoy a escribir este blog fue que ayer conocí en la farmacia
a una madre de gemelos. Charlamos un poco y al cabo de un rato salió, como no,
el tema de la crianza. Me preguntó si le daba el pecho a mi pequeño, le dije
que sí, y me dijo que ella no había podido darles a los suyos y expuso el
motivo. Yo no lo había preguntado. Cada uno cría a sus hijos como mejor le
parece, y bien alegres que se veían (buff, gemelos, impresionada me tienen
todas las madres de gemelos). Tengo una amiga, madre de un precioso niño de 18
meses, sano, alegre y vital como pocos. Alimentado con biberones. Y ha oído de
todo. Desde las que las tratan de egoístas (“es que no se sacrificó lo
suficiente,” como hablábamos antes de las mártires) o bien de tontitas (“es que
no se documentó, porque yo –un yo con la boca bien llena- leí un montón de
libros de lactancia materna antes de que naciera mi Fulanito...”). Y encima de
agobiar a estas madres este acoso provoca a veces el efecto rebote y por no
sentirse identificada con una de las talibanas de la lactancia, algunas madres
que tenían la intención de dar el pecho lo dejan. Y las entiendo.
Sinceramente, ¿no podríamos
todos ser un poco más racionales? El niño sano y la familia feliz. Y lo demás,
que cada cual haga a su manera. Digo
yo...
2 comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo y muchas de las opiniones reflejan lo mismo que pienso... aisssss por cierto soy de las de biberon. Y sin traumas oche.
Me alegro muchisimo Matrioska! Como deve ser!
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